La vida de un artista es dura
en una sociedad donde el arte y la cultura no son valorados; un artista muchas
veces tiene que lidiar con los prejuicios y la idea de que el arte no es un
verdadero trabajo, que es un simple hobby o es para vagos. La creación de una
obra cuesta, cuesta esfuerzo y dinero; el escritor no se hace sólo del talento,
tiene que estudiar, leer, prepararse, invertir tiempo en profundas lecturas,
invertir dinero en la compra de materiales de estudios (libros) y una vez que
logra escribir un texto, tiene que invertir en su publicación (sea en formato
digital o impreso). El artista plástico invierte también esfuerzo y dinero en
su preparación, ya sea teniendo clases en algún taller, instituto o
universidad; aun cuando sea de forma autodidacta también invierte tiempo y
dinero; los materiales son costosos y más aún si se desea realizar una obra de
buen acabado, el óleo, el lienzo, las acuarelas, los lápices no son regalos del
espíritu santo, tienen su costo. El actor también invierte tiempo y dinero en
su arte, se paga talleres, se compra libros teóricos, realiza ejercicios para
flexibilizar su cuerpo y cuando se logra tener una puesta en escena, ejecutarla
también cuesta (vestuario, libretos, derechos, etc.). Lo mismo sucede con la
música y en general con todas las artes y en artistas que buscan abrirse paso
como artistas y vivir de su arte.
Cuando por fin logran producir
algo, suelen enfrentarse a su público inmediato, quienes paradójicamente, son
los que menos los consideran pues en lugar de apoyar a sus amigos “artistas”
esperan obtener el trabajo de forma gratuita por medio de un regalo; eres actor,
a ver llora; eres dibujante, a ver hazme un retratito; eres escritor, a ver regálame
tu libro; eres músico, a ver componme una cancioncita. Yo diría entonces: eres
abogado, a ver defiéndeme gratuitamente; eres arquitecto, a ver regálame el
diseño de mi casa; eres médico, a ver cúrame de gratis. Olvidamos que el
artista también tiene necesidades, también come, también paga impuestos,
también se enferma, también tienen familia.
Un amigo dijo alguna vez que
para matar a un poeta había que darle un trabajo; lo mismo sucede en todas las
artes y así se ha desperdiciado mucho talento, matando a muchos artistas; el
artista, al ver la no retribución de su arte, muchas veces se ve obligado a
conseguir “un” “trabajo”, como si su arte no fuese también un trabajo, para así
poder vivir en éste valle de lágrimas; ocupando así en su nuevo trabajo el
tiempo que debería dedicarle a su arte.
Incluso cuando el artista
logra tener cierto reconocimiento en la sociedad, se le hace participar de
eventos culturales pero paradójicamente son las últimas ruedas del coche en
dichos eventos, pues no se les reconoce por el trabajo y el tiempo que invierten
con su sola presencia; es así, por ejemplo, en un reconocido concurso
organizado por una empresa privada, invitaron a un afanado escritor para ser
jurado, le llevaron la carta, le explicaron en qué consistía el concurso y
cuando el escritor les preguntó cuánto se le pagaría por sus honorarios, le informaron
que no se le pagaría ni un sol, que era un evento en favor de la cultura y un
sinfín de explicaciones; susodicho escritor preguntó si habría premios para los
participantes, sí; habrían personal a cargo del sonido, sí; se les pagaría, son
trabajadores de la empresa; entonces sí se les paga; habrán mozos, sí, se les
pagará, naturalmente; entonces, si se paga a medio mundo por qué no van a pagar
por el trabajo realizado por los jurados. Lógicamente buscaron a otro jurado.
Ésta es la vida de un artista que busca
abrirse paso en el mundo del arte y vivir de su arte. Ya es tiempo de aprender
a valorar a nuestros artistas y consumir su arte, pagando por lo que ellos ofrecen.
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