domingo, 1 de enero de 2017

LA VIDA DE UN ARTISTA



La vida de un artista es dura en una sociedad donde el arte y la cultura no son valorados; un artista muchas veces tiene que lidiar con los prejuicios y la idea de que el arte no es un verdadero trabajo, que es un simple hobby o es para vagos. La creación de una obra cuesta, cuesta esfuerzo y dinero; el escritor no se hace sólo del talento, tiene que estudiar, leer, prepararse, invertir tiempo en profundas lecturas, invertir dinero en la compra de materiales de estudios (libros) y una vez que logra escribir un texto, tiene que invertir en su publicación (sea en formato digital o impreso). El artista plástico invierte también esfuerzo y dinero en su preparación, ya sea teniendo clases en algún taller, instituto o universidad; aun cuando sea de forma autodidacta también invierte tiempo y dinero; los materiales son costosos y más aún si se desea realizar una obra de buen acabado, el óleo, el lienzo, las acuarelas, los lápices no son regalos del espíritu santo, tienen su costo. El actor también invierte tiempo y dinero en su arte, se paga talleres, se compra libros teóricos, realiza ejercicios para flexibilizar su cuerpo y cuando se logra tener una puesta en escena, ejecutarla también cuesta (vestuario, libretos, derechos, etc.). Lo mismo sucede con la música y en general con todas las artes y en artistas que buscan abrirse paso como artistas y vivir de su arte.
Cuando por fin logran producir algo, suelen enfrentarse a su público inmediato, quienes paradójicamente, son los que menos los consideran pues en lugar de apoyar a sus amigos “artistas” esperan obtener el trabajo de forma gratuita por medio de un regalo; eres actor, a ver llora; eres dibujante, a ver hazme un retratito; eres escritor, a ver regálame tu libro; eres músico, a ver componme una cancioncita. Yo diría entonces: eres abogado, a ver defiéndeme gratuitamente; eres arquitecto, a ver regálame el diseño de mi casa; eres médico, a ver cúrame de gratis. Olvidamos que el artista también tiene necesidades, también come, también paga impuestos, también se enferma, también tienen familia.
Un amigo dijo alguna vez que para matar a un poeta había que darle un trabajo; lo mismo sucede en todas las artes y así se ha desperdiciado mucho talento, matando a muchos artistas; el artista, al ver la no retribución de su arte, muchas veces se ve obligado a conseguir “un” “trabajo”, como si su arte no fuese también un trabajo, para así poder vivir en éste valle de lágrimas; ocupando así en su nuevo trabajo el tiempo que debería dedicarle a su arte.
Incluso cuando el artista logra tener cierto reconocimiento en la sociedad, se le hace participar de eventos culturales pero paradójicamente son las últimas ruedas del coche en dichos eventos, pues no se les reconoce por el trabajo y el tiempo que invierten con su sola presencia; es así, por ejemplo, en un reconocido concurso organizado por una empresa privada, invitaron a un afanado escritor para ser jurado, le llevaron la carta, le explicaron en qué consistía el concurso y cuando el escritor les preguntó cuánto se le pagaría por sus honorarios, le informaron que no se le pagaría ni un sol, que era un evento en favor de la cultura y un sinfín de explicaciones; susodicho escritor preguntó si habría premios para los participantes, sí; habrían personal a cargo del sonido, sí; se les pagaría, son trabajadores de la empresa; entonces sí se les paga; habrán mozos, sí, se les pagará, naturalmente; entonces, si se paga a medio mundo por qué no van a pagar por el trabajo realizado por los jurados. Lógicamente buscaron a otro jurado.


 Ésta es la vida de un artista que busca abrirse paso en el mundo del arte y vivir de su arte. Ya es tiempo de aprender a valorar a nuestros artistas y consumir su arte, pagando por lo que ellos ofrecen.

Adrián Domínguez Chávez "SOTTOOMBRA"