Las aguas del mar danzan en el azul de la noche,
se encuentran con la arena
y juntos elevan a la ausente esfera, una canción;
la brisa, lleva consigo el suspiro
de un cielo infinito, donde se esconden
el anhelo de las estrellas,
aquellas, que tímidamente
me observan tras las nubes.
Ya es de madrugada, el bramido del mar
es mi única compañía;
en un lento andar,
empujado por la melodía de los grillos
tiento en febriles pasos
lanzarme a su bravura .
La marea se alza, me ve como intruso
en su reino de sueños
donde no hay mas reina
que la inmensidad.
Dicen que el mar es el cúmulo
de lágrimas derramadas
por una luna enamorada, aquella
que en noches intensas, me llamaba
y me invitaba a elevar mis alas
de ángel, porque ángeles
somos todos y estamos perdidos,
aprisionados en el barro
que no nos deja escapar
a la libertad del mar.
Las aguas, ahora están tranquilas,
soy el extraño aceptado, recibido
en ése baile lento:
un dos tres
un dos tres;
vals del mar;
y de la luna,
los grillos, las palmeras,
las alas de los ángeles
que quedaron en las orillas
buscando su libertad;
mientras que yo, he dejado atrás
mi arena mojada, barro cocido
para atreverme a entrar
a la inmensidad del mar.
Adrián Domínguez Chávez "SOTTOOMBRA"
domingo, 3 de noviembre de 2013
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